
G A L L E T A
La vida es como una caja de galletas.
HOLA LOOSERS
Quiero partir resolviendo uno de los principales interrogantes que existen sobre mi y es cómo decir correctamente mi nombre. Y sí, aunque ya estoy acostumbrado quiero que sepan que no ha sido fácil. Y es que cuando un niño de 6 años te bautiza solo te queda encomendarte al dios de los nombres perrunos mientras tu vida se debate en un limbo de palabras impronunciables, confusiones de género y el uso del pronombre equivocado. Pero importante , es que soy EL galleta. No UN galleta y menos LA galleta. ÉL, así, en masculino perruno, como un perro que una vez tuvo sus bolitas y las perdió.
Partí destrozando todo con el fin de tantear el terreno y asegurarme que no había nada peligroso para mi mini amo, ramiro. Hay cosas que se me han escapado de las manos, como la vez que boté la tele y solo se veía la mitad. También esa vez que abrí la puerta del refri y me comí una bandeja de sushi, un momento crucial para mi paladar perruno, donde descubrí que es demasiado blanco para mi gusto y no se compara con mis favoritos, los ceniceros de conchas de mar.
No me puedo quejar. Las galletas son ricas, nadie se resiste a ellas y conmigo pasa lo mismo. Y cuando quiero ser aún más irresistible, hablo. Sí, hablo. Les digo a todos lo que hago durante el día, lo que hace mi dueño, mis vecinos, pero como nadie me entiende me mandan a mi casa o me hacen cariño, una cosa o la otra, blanco o negro así como la vida y como mi pelaje.
HOLA LOOSERS
Quiero partir resolviendo uno de los principales interrogantes que existen sobre mi y es cómo decir correctamente mi nombre. Y sí, aunque ya estoy acostumbrado quiero que sepan que no ha sido fácil. Y es que cuando un niño de 6 años te bautiza solo te queda encomendarte al dios de los nombres perrunos mientras tu vida se debate en un limbo de palabras impronunciables, confusiones de género y el uso del pronombre equivocado. Pero importante , es que soy EL galleta. No UN galleta y menos LA galleta. ÉL, así, en masculino perruno, como un perro que una vez tuvo sus bolitas y las perdió.
Partí destrozando todo con el fin de tantear el terreno y asegurarme que no había nada peligroso para mi mini amo, ramiro. Hay cosas que se me han escapado de las manos, como la vez que boté la tele y solo se veía la mitad. También esa vez que abrí la puerta del refri y me comí una bandeja de sushi, un momento crucial para mi paladar perruno, donde descubrí que es demasiado blanco para mi gusto y no se compara con mis favoritos, los ceniceros de conchas de mar.
No me puedo quejar. Las galletas son ricas, nadie se resiste a ellas y conmigo pasa lo mismo. Y cuando quiero ser aún más irresistible, hablo. Sí, hablo. Les digo a todos lo que hago durante el día, lo que hace mi dueño, mis vecinos, pero como nadie me entiende me mandan a mi casa o me hacen cariño, una cosa o la otra, blanco o negro así como la vida y como mi pelaje.
Galleta es compañero de @tito_munoz. Después de un inicio lleno de hazañas temerarias, hoy viven disfrutando de la playa.
